No podemos explicar qué es Ephimera, el material que aparecerá publicado aquí hablará por sí mismo. Pierre Blanchard será la fascinante figura que nos servirá como trasunto a la hora de abrir un nuevo mundo, oculto a plena vista desde hace siglos.
Biblioteca Ephimera es un proyecto destinado a recuperar la memoria y los materiales supervivientes de un personaje oscuro y singular, así como las obras, cartas y comentarios de sus contemporáneos, amigos, discípulos y miembros de su círculo de contactos. Abarcamos pues un tiempo que comienza en torno a 1880 y finaliza con la obra del último miembro de ese círculo, que falleció en 1956.
Nos referimos a la vida y obra de Pierre Blanchard Maestre, único heredero de una saga de comerciantes franceses de paños e hilaturas. Hijo de Claude Blanchard, establecido en París, y de la española Dolores Maestre, que pertenecía a una importante familia de comerciantes textiles catalenes, la biografía de Pierre es apenas conocida. Muy pocos datos pueden darse como ciertos en lo que, a buen seguro, fue una vida apasionante pero oscura.

Tomado de un grabado de la época.
Nacido en París en torno a 1860, Pierre Blanchard, de quien se dice que era pariente lejano del gran aeronauta, inventor y aventurero Jean-Pierre Blanchard, pierde a sus padres en 1871 en medio del caos vivido en las calles de la capital francesa durante la insurrección de la Comuna de París. El emporio familiar queda entonces en manos de varios administradores, que se ocuparán igualmente de la educación del pequeño Pierre, quien nunca mostrará interés en los negocios, prefiriendo disfrutar de su posición acomodada de una forma muy particular.
Hacia 1880 Pierre Blanchard, que llevaba varios años acumulando una biblioteca particular heterodoxa de gran tamaño, decide emprender una serie de viajes a lo largo de toda Europa, especialmente por España, donde conoce a varios familiares maternos y, también, por África, América y Asia.
Pierre creó a lo largo de aquellos viajes toda una red contactos dedicada a su mayor pasión, a saber, la búsqueda de los límites del conocimiento de su tiempo y los estudios de diversas tradiciones que iba recopilando en forma de libros, cartas y materiales de lo más diverso. Toda esta actividad fue llevada en el más estricto de los secretos y, sin embargo, han llegado hasta nosotros intrigantes ecos de aquella red de confidentes que conformaron una especie de sociedad secreta cuyo único fin era el conocimiento por el conocimiento. Nunca salieron a la luz las verdaderas identidades de sus miembros, aunque nuestras investigaciones actuales nos llevan a pensar que conocidos personajes de la época estuvieron implicados en la creación de la Biblioteca Ephimera, tal y como el propio Pierre conocía su gran proyecto.
Igualmente se conoce que el intrépido Blanchard fue practicante de las artes alquímicas, así como de las tecnologías más descollantes de su tiempo, destacando sobre todo su pasión por las máquinas eléctricas. Toda aquella actividad se hubiera perdido para siempre, pues Pierre Blanchard nunca deseó que fuera conocida, de no haber sido por un incidente que sucedió en 1917, en plena Primera Guerra Mundial. Nos llega eco de aquella situación por una carta recibida por quien fuera en ese tiempo su más querida discípula, de quien sólo conocemos su nombre: Amelia. Sabemos que Pierre Blanchard nunca contrajo matrimonio ni tuvo descendencia. Tampoco ha llegado a nuestro conocimiento la existencia de amantes o de cualquier otro tipo de relación afectiva en su vida. Su amor era su biblioteca y Amelia, depositaria de sus más queridos documentos, fue la última de una serie de discípulos que apenas podían estar a la altura de las elevadas actividades de su maestro. Si acaso actuaron como mensajeros, así como ayudantes, pero dudamos que fueran conscientes de lo que la red de contactos de Blanchard llegó a suponer.
Ese año de 1917, pensando Pierre que el mundo está llegando a un punto de la historia humana en el que todo iba a cambiar para siempre, decide desaparecer. No se conoce su destino, el único detalle, que nos llega a través del testimonio de Amelia, menciona que Pierre Blanchard desaparece en su laboratorio doméstico mientras realiza una serie de experiencias alquímicas a la vez que en la lejanía se escuchan los rumores de los cañones en la línea de trincheras del frente, entre dos gigantes obsesionados por saltar al otro lado de la “tierra de nadie”. La Biblioteca Ephimera arde esa noche, desapareciendo todo el trabajo de una vida. Permanece no obstante un gran baúl con lo que Pierre Blanchard consideraba como un “mensaje a un futuro prometedor”. Amelia fallece en un pueblo del sur de España cuya localización no podemos desvelar, al menos por ahora, siendo ya una anciana centenaria a principios del siglo XXI. Quiso la fortuna que el baúl permaneciera oculto, sin nadie que revisara su interior, a lo largo de la pasada centuria, abriéndose ahora a los inquietos ojos que forman este nuevo círculo de aprendices que ha decidido traer a la vida digital lo que vamos recuperando de entre todo ese material.
Lo que hemos hallado en su contenido nos deja asombrados: contienen numerosas cartas, libros nunca publicados, resultados de experiencias de todo tipo, relatos de viajes y, en definitiva, todo un tesoro creado por el propio Blanchard y por muchos de los contactos de su “círculo”, a lo que se añaden algunos estudios de varios de sus discípulos que se adentran hasta mediados del siglo XX y que fueron primorosamente recopilados por Amelia y añadidos al legado guardado en el baúl. El resto de la Biblioteca Ephimera desapareció en el ya lejano 1917 y, sin embargo, es un material tan basto que podría ocupar nuestra atención durante décadas. He aquí el material que estamos recuperando de entre las nieblas de una de las sociedades secretas más extrañas y desconocidas de la historia.
Los bibliotecarios.
Ver la presentación de Mar Rey Bueno.