El oro potable

El oro potable era, ante todo, un medicamento, una medicina. La mayoría de los textos que nos hablan de él son textos médicos, y en ellos aparece, en la mayoría de las ocasiones, acompañado de otras medicinas. Su estado es líquido y se administraba al enfermo en muy pequeñas dosis, en unas cuantas gotas. Esto era debido a su poder curativo. Mejor dicho, a la fuerza de regenerar y curar que tenía asignada. Su principio activo era, claro está, el oro.

Mediante una serie de operaciones, algunas de las cuales fueron cambiando con el tiempo, se conseguía mantener al oro, o a su esencia, en un estado líquido. Pero esto no era suficiente, ya que, además, había que tratarlo para que nuestro organismo pudiera asimilarlo. Una combinación de factores hizo que este medicamento fuera considerado el mejor de todos, el que más enfermedades variadas podía curar. Ello hizo que fuera llamado también, por similitud, una “Medicina Universal”. De color dorado, recibió el interés de cientos de personas a lo largo de varios siglos. Este interés, por otra parte, fue también muy variado.

El oro potable fue usado como un instrumento para refrendar una concepción de la salud y de ataque a la enfermedad bastante heterodoxa y polémica. Con el oro potable como testimonio, se pretendió que la práctica habitual de la Medicina, el Galenismo, dejara de ser homogéneo y que fuera sustituido por un nuevo tipo de práctica médica: la Medicina química, cuya base original se encuentra en gran medida en la Alquimia. Pero si pensamos que es desde el siglo XII hasta el siglo XVIII cuando el oro potable tuvo su ámbito histórico, no podemos entonces olvidar que el médico medieval era muy distinto del que estaba a las puertas de la Ilustración, aunque ambos nos hablaran del oro potable.

26507019700_928dfc39fc_oFragmento de una obra inédita sobre el oro potable, de próxima aparición, por Miguel López Pérez.


Imagen @alpoma / Hombre verde, Traspeña de la Peña (Palencia).